El último madrugón del viaje fue a las 6’20, al poco de levantarnos llegó
el mail de Disney con el cargo que se iba a efectuar de todos los gastos, detallado compra a
compra, con fecha, hora, lugar y quien lo hizo; la verdad que muy bien.
Comenzamos a organizar el maletero alrededor de las 8, tarea que nos
llevó unos 20 minutos, pues como era de esperar las maletas se habían duplicado
y a las 3 maletas grandes, se le sumaron 3 bolsas de deporte; al final dejamos
delante una maleta de mano y las mochilas.
Como salimos del hotel antes de las 8’30 y el parque de ANIMAL KINGDOM quedaba muy cerca, pensamos que íbamos ser relativamente de los
primeros, pero ya no pillamos ni el parking más cercano; que cantidad de coches
había ya a esas horas.
Llegamos a la apertura y con todo el mogollón de gente hacia Discovery
Island para ir a la zona de PANDORA - THE WORLD OF AVATAR, teníamos
muchas ganas de verla por el día.
Aunque ya habíamos subido a Na’vi River Journey, teníamos intención de
volver a subir aprovechando el FP+ pero resultó que estaban las dos atracciones
estropeadas, menos mal que habíamos subido hace un par de días, si no, nos
quedamos sin subir; nota para otro viaje, no dejar para el último día alguna
atracción interesante, a no ser que sea para repetir.
Eso sí la gente seguía haciendo cola para Avatar Flight of Passage
(habían alrededor de dos horas de espera), los primeros de la cola habían
llegado alrededor de las 7’30 a las puertas del parque; pero más de una hora
después de la apertura seguían sin funcionar.
Hicimos un montón de fotos, la verdad es que nos pareció increíble lo
bien recreada que está la zona, a mí Avatar no es una película que me diga
mucho, pero verte allí es una pasada.
También aprovechamos todos los Photopass que pillamos por allí, creo que
no dejamos ni uno.
Nos dio tiempo de ver el espectáculo callejero de música de percusión Swotu Wayä Na’vi Drum Ceremony, muy
chulo.
No nos podíamos ir sin probar la bebida estrella de la zona, en Pongu Pongu, una limonada de manzana con frutas de la pasión con unas bolitas muy ricas, “Night Blossom”, deliciosa es poco y además muy refrescantee (6’38 $ impuestos incluidos).
Alrededor de las 10’30 nos fuimos yendo del parque, paramos a liquidar en
una tienda los últimos snacks (una bolsita de pretzels y un par de gominolas).
También una botella de agua con el ultimo snack que nos quedaba, pero no sé qué
pasó, debimos pillar a la tonta del parque, porque nos lo cobró, así que nos
tocó ir a otro lugar a reclamar el importe, porque resultaba que ella no podía.
Indicar que fuimos a pagar una cosa con la Magic Band y ya estaba
desactivada para el pago, yo pensaba que todavía funcionarían y que harían un
cargo nuevo, pero no, ya no funcionaban.
Ahora sí que se había acabado lo bueno, tocaba coger carretera para llegar
a Miami, hasta donde teníamos alrededor de 4 horas, el viaje fue algo lluvioso
y durante algún rato no se veía nada, pero con nuestro súper conductor íbamos muy
tranquilos; el camino al ser de día fue algo más entretenido viendo el paisaje
cuando el tiempo dejaba.
La ciudad de MIAMI nos recibió con un buen atasco, íbamos al Centro
Comercial Bayside Marketplace, donde el GPS nos llevó sin dar muchas vueltas; debía
haber caído un buen chaparrón, porque estaban las calles llenas de charcos.
Comimos en HOOTERS, pedimos unas alitas para compartir y de platos un poco de todo,
ensaladas, tacos y hamburguesas; los vasos de los refrescos eran de plástico, pero
muy graciosos porque con el frío resulta que cambiaban de color, nos dimos cuenta
a medida que íbamos bebiendo y la bebida se iba calentando; salimos por pareja
a 35 $ (impuestos y propina del 15% incluida, que era la sugerida en el ticket).
Volvimos al parking (10 $) y pusimos rumbo al
pabellón de baloncesto.
El motivo de venir hasta esta zona de Miami, era porque queríamos pasar
por el pabellón de los Miami Heat, el AMERICAN AIRLINES ARENA, sabíamos que no
podríamos visitarlo, pero por lo menos, lo vimos por fuera y echamos un vistazo
a la tienda.
Luego pusimos rumbo a Dolphin Mall, un Centro Comercial que estaba
bastante cerca del aeropuerto, pero con el atasco que había de entrada y salida,
decidimos ir directos al aeropuerto. Recorrer los 8 kilómetros desde la ciudad
hasta el aeropuerto nos llevó una hora; llegamos alrededor de las 6.
Nos faltaba llenar el depósito antes de dejar el coche, pero con el
atasco que pillamos no quisimos desviarnos, lo dejamos para la gasolinera del aeropuerto
aunque nos costase un poco más cara, pero nos pasamos la señal. Así que no nos
quedaba otra que aceptar la penalización, que era de 9’90 $ por galón con un máximo
de 100 $, pero al final con la historia de que nos habían dado el coche un poco
sucio, conseguimos que no nos lo cobraran.
Kilómetros aproximados: 385.
TOTAL VIAJE: 1.960 KM.
Cogimos el Tram que te lleva hasta la Terminal y una vez allí nos cambiamos de ropa para ponernos los pantalones largos para el vuelo y coger algún sueter de manga larga; esperamos un rato a que
abrieran la facturación de nuestro vuelo y facturamos.
Pasamos el control, había que descalzarse y nos hicieron pasar por el
escáner, al pasar el control no hay nada de sitio para ponerte las zapatillas y
vestirte correctamente; hay que hacerlo a la carrera.
Otro trenecito nos llevó hacia la zona de embarque, nos sobró mucho tiempo,
eran alrededor de las 7’30 de la tarde y todavía quedaban más de tres horas
para que saliera nuestro vuelo. Alrededor de las 8’30 cenamos unas pizzas, ni
siquiera había zona de mesas, tuvimos que cenar en los asientos de la zona de
embarque. Estábamos en la Terminal E y la zona en la que estaba nuestra puerta
era muy pequeña, tan solo dos salas; se nos hizo bastante aburrido, porque como
quien dice, ni se podía pasear de lo pequeño que era, no habían ni tiendas.
El embarque se hizo un poco a lo loco, sin grupos ni nada, la verdad que
algo caótico; bastante puntual alrededor de las 22’55 que era su hora, salió el
vuelo.
Pasada la medianoche sirvieron la cena, nos dieron para elegir entre pollo
o ternera, pedimos pollo y estaba bastante seco. La temperatura del vuelo fue
algo fría por lo menos para mí, yo pase casi toda la noche con la manta y sufrimos
alguna turbulencia pero fue leve, me levanté un par de veces a por agua y así
me paseé un poco.
Algo más de una hora antes de llegar sirvieron el desayuno, decir
desayuno es mucho, fue patético, solo podías elegir entre zumo de naranja y
agua (además la azafata, contestó con bastante mal tono “es lo que hay”). La
caja recién salida de la nevera, llevaba un croisant de york y queso (que ellos
se empeñan en decir que es de pollo), más frío todavía que la merienda de la ida,
que ya es decir, más un twist, más una bolsita de gominolas, si si, una bolsita
de gominolas en el desayuno.
El vuelo llegó a Madrid a su hora más o menos, las 13’50. Tras dos trenes y andar
un poco, llegamos al control de pasaportes, que lo hicimos automático;
simplemente se pone abierto por la foto boca abajo, miras a la cámara y ya está.
Luego pasamos el control de seguridad interno, que es igual que el de
cuando llegas al aeropuerto, con la excepción que si admiten el agua. Aquí
pillamos a un seguridad muy desagradable diciendo “todos para delante” como si fuéramos
borreguillos y por si no teníamos suficiente “se me ponen en dos filas” y
“pasen rápido”, además con un tono bastante chulesco y desagradable. Luego nos
quejaremos de la policía americana, pero este era un simple seguridad.
Y como ya estábamos en España y era hora de comer, pues lo que más nos apetecía era un bocadillo de
jamón, repetimos en el lugar del almuerzo al irnos, en Mas Q Menos, dos
bocadillos de jamón y dos refrescos 21 €, caro, pero es que los precios de aeropuerto
como no te vayas a la comida rápida ya se sabe; eso sí, estaban bastante ricos.
Tras la comida ya nos fuimos hacia nuestra puerta de embarque, el vuelo
salió en hora a las 16’20 y casi antes de que nos enteráramos ya estábamos
aterrizando en Valencia en hora a las 17’20.
Se suponía que al venir desde Estados Unidos, al ser un país fuera de la Unión Europea, las
maletas debían salir por una cinta de equipajes diferente a la del vuelo de
Madrid, pero preguntamos a la policía y nos dijo que salían por la de Madrid.
Con todas las maletas nos fuimos al parking de Aena, cargamos el maletero
y pagamos (55 €), habíamos hecho la reserva vía web, pero se pagaba en las
máquinas el precio reservado al salir.
Sobre 8’30 quedamos todos a cenar, luego unos heladitos y cerca de
medianoche nos despedimos; yo estaba muerta y mi resfriado todavía seguía, pero
logré aguantar. Al día siguiente, tras diez horas y pico me levante, cansada
pero sin jet lag.
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